Un hospital público donde la espera es larga y el ambiente triste.
Muchos ancianos solos esperando por horas y horas, con la esperanza, como yo, de encontrar alivio.
Es un lugar donde ni siquiera sabes quien es tu médico, porque lo más posible, es que si te vio, no te verá más.
Tan impersonal, como una máquina de ensamble donde lo único que queda es esperar tu turno para que te pongan la pieza que te falta.
Aquí hay que llenarse de humildad, de paciencia, y de esperanza, no porque quieras, sino porque no queda más....
El paciente se convierte en un número, y un "chart" manoseado por el de turno.
Veo a mi alrededor viejitos cansados que apenas pueden caminar esperando su turno sin chistar, muchos de ellos ahogados en su propia tos y en su soledad.
De cuándo en cuando llega alguien a protestar sin mucho éxito.... La vida sigue y la espera también.
Las frases más comunes aquí son: take a seat, we will call you.
Tengo aqui 2 horas esperando y todavía nada. Ni siquiera los doctores saben cuando y como aquí, paciencia señor.... Paciencia....
Esta es una cara muy triste de la medicina pública, en la que nunca nadie quisiera estar.
Es mi séptimo día aquí, y quien sabe cuantos días más me toque volver a encontrarme con este panorama tan gris y desesperanzador.
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